El maíz no ataca el maíz. El aire no ataca al aire.
La tierra no ataca a la tierra.
Es el hombre quien no se reconoce en ellos quien los ataca, quien los destruye.
El hombre que se ataca a si mismo acaba con el agua, con el maíz, con la tierra,
y deja de pronunciar el nombre de sus dioses.
El hombre que no ve que su hermano también es viento, es agua, es maíz, no puede ver a Dios...
Laura Esquivel
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