Licuada en fuego
Dulce mineral, roca de mi potestad,
Es así como te pretendo, dulce amada mía,
licuada en mis besos de sabores otoñales,
fluyendo lenta y apacible junto a mí, deseable y mía hasta el final de los tiempos,...
pues ni mil vírgenes me dieron el amor
ni goces de tanto tipo y rango con que me obsequias en cada gota tú,
que por mí te hiciste agua y total renuncia.
Te beberé a sorbos lentos por la eternidad y cada alba pondré nombre a tu vacío mientras, enredada a mí como hiedra, desfallecida me llamarás fuego de tu agua
hasta que no quede de tí, en mí,
más que tu infinito recuerdo de miel.
Francisco Molina
TE AMO
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