martes, 24 de enero de 2012

El hombre completamente feliz

MONOLOGO. Groucho Marx

Pues sí, caballeros, y disculpen si les llamo caballeros, pero es que no los conozco muy bien; aquí donde me ven soy un hombre completamente feliz...Y no , no estoy loco...Por aquello de que sólo los locos son verdaderamente felices y los demás, los cuerdos, lo somos a ratos porque "la felicidad completa no existe", según los grandes pensadores. Bien, yo les digo a estos buenos señores, y les repito a ustedes, que soy enteramente feliz. O sea, desde que me levanto hasta que me acuesto. Bueno, después de acostarme soy un poco más feliz, si cabe, por hacer lo que están pensando y luego, cuando duermo, como sueño con lo feliz que he sido ó con lo feliz que seré al día siguiente ... ¡duermo con una cara de felicidad!

EL SECRETO

¿Mi secreto?, me preguntan, pensando sin duda que soy un asqueroso millonario. Pues no, no soy un asqueroso millonario. Ni tan siquiera un millonario a secas. La verdad es que dinero no me falta y vivo bien...Muy bien...Claro que, para ser feliz, hay que vivir bien.
Antes les dije que no estaba loco. Ahora, que no soy tonto. Pero no es el dinero mi secreto para ser feliz. Mi secreto está, y ya se lo digo sin más rodeos, en que disfruto con las cosas que a todos gustan, por supuesto; pero también, y aquí está el quid de la cuestión, gozo con las cosas que a los demás les parecen desgracias. Sí, así de sencillo. Vean: me levanto, un día cualquiera, a las 9 de la mañana, ¿Y cómo me levanto? ¡Feliz!. Eso es, ya lo van entendiendo. Me ducho, me afeito, me visto, desayuno, salgo a la calle y...¿qué ocurre? ¿No lo adivinan? ¿No? Bien sencillo: que me llevo la primera alegría del día al ver la polución de la ciudad. Miles de coches, decenas de autobuses y centenas de chimeneas de calefacción contaminando el aire. ¡Qué felicidad! ¡Cómo disfruto del panorama! Veo a la gente llorar por la irritación que le producen en los ojos los gases y yo, en cambio, ¡Lloro de alegría!
Sigo andando hasta el trabajo, veo el escaparate de una carnicería, pienso que sus productos tendrán encefalopatía espongiforme, ó fiebre aftosa...¡Y río de felicidad! Más adelante, me cruzo con una prostituta con todas las pintas de ser también drogadicta, pienso en el SIDA...Y se me saltan las lágrimas...¡Pero de felicidad otra vez!
Sigo andando y la mayoría de la gente que pasa a mi alrededor fuma compulsivamente...Me imagino que se están clavando puñales en el pecho...Pienso en el cáncer...¡Y otra vez las lágrimas de felicidad!
Son las diez de la mañana. Llego a mi negocio, abro la puerta con llave y paso la mano por el ataúd modelo EGIPCIO, dos mil quinientos dólares venta al público,...Pienso que sin duda venderé hoy media docena de ellos...¡Y vuelvo a llorar de felicidad!

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