domingo, 24 de noviembre de 2013

Tienes que sufrir...


Tienes que sufrir para estar guapa. 
Tienes que sufrir depilándote, arrancándote los pelos con pegotes calientes -o fríos- calcinándolos con rayos láser cuyas consecuencias a futuro nadie conoce, o pasándote cuchillas por el cuerpo. Y si no, tienes que sufrir porque tu pareja, tu médico, tu familia, la gente desconocida en la playa, te mire con reprobación las piernas, las axilas, el bigote, el entrecejo.

Para estar delgada. Tienes que sufrir en el gimnasio, o haciendo dieta, o las dos cosas, porque si no, tendrás que sufrir porque te llamen gorda, por la reprobación de quienes te miren, y por la ignorancia dolorosa de quienes no lo hagan.

Para ser madre. Tienes que sufrir, pariendo sin anestesia y dándole pecho a tu criatura por encima de tu voluntad y del sufrimiento de tus pezones. Y si no, tienes que sufrir porque eres una mala madre, que ha elegido no sentir cómo viene al mundo su criatura, y no alimentarla con el fruto de sus entrañas. Y tienes que sufrir mucho más si no quieres -o no puedes- tener criaturas, porque tendrás que dar explicaciones hasta el fin de tus días fértiles y más allá, y te sentirás -muchas veces- incumpliendo un mandato que se impone sobre ti.

Para trabajar. Tienes que sufrir para que tus compañeros y superiores no cuestionen tu trabajo, esforzándote más, demostrando más, porque si no, ganarás menos, tendrás que aguantar chistes y comportamientos sexistas, cuando no acoso... Y tienes que sufrir para compaginar tu trabajo con tu vida personal, que -con un poco de suerte- consistirá en algo más que correr de un sitio a otro para cuidar y cuidar, sin cuidarte.

Para ser atractiva. Tienes que sufrir poniéndote tacones que te impiden andar con tranquilidad, ponerte ropas que te levanten el trasero, te aumenten las tetas, te aplasten la panza, levantarte antes para lavarte y arreglarte el pelo y pintarte la cara. Y si no, tendrás que sufrir porque no te miren, o porque te digan que te arregles, como si estuvieras estropeada...

Tienes que sufrir por amor. A tu pareja, a tu familia, a tu entorno... Sufrir y aguantar y esperar y postergar y sacrificar y todas esas cosas que a las mujeres “no nos cuestan nada”, para seguir plegada a las necesidades, expectativas y deseos de los demás. Es lo que esperan de tí.

El camino...


El Camino es intransferible y no tiene atajos.
Allí donde vayas está, aunque duermas sigue a tus pies;
aunque vuelvas, no te ha detenido. 
Aunque corras no te has movido.
Estás donde quieres, aún sin saberlo.
El Camino es QUIEN camina.

María Sabina


Un día como hoy de 1985, muere María Sabina.
Luego de su muerte, fue honrada por su pueblo y reconocida en el mundo, aún cuando en vida padeció miseria e incomprensión por el camino que eligió recorrer. María Sabina es ahora un símbolo de búsqueda y perseverancia, un modelo inspirador para aquellos que desean encontrar su propio camino de conocimiento.

Soy mujer que mira hacia adentro
Soy mujer luz del día
Soy mujer luna
Soy mujer estrella de la mañana
Soy mujer estrella dios
Soy la mujer constelación guarache
Soy la mujer constelación bastón
Porque podemos subir al cielo
Porque soy la mujer pura
Soy la mujer del bien
porque puedo entrar y salir del reino de la muerte...

Soy una mujer que ve en la tiniebla
Soy una mujer que palpa la gota de rocio posada sobre la yerba
Soy una mujer hecha de polvo y vino aguado

Soy una mujer que sueña mientras la atropella el hombre
Soy una mujer que siempre vuelve a ser atropellada
Soy una mujer que no tiene fuerza para levantar una aguja
Soy una mujer condenada a muerte

Soy una mujer de inclinaciones sencillas
Soy una mujer que cría víboras y gorriones en el escote
Soy una mujer que cría salamandras y helechos en el sobaco
Soy una mujer que cría musgo en el pecho y en el vientre
Soy una mujer a la que nadie besó jamás con entusiasmo
Soy una mujer que esconde pistolas y rifles en las arrugas de la nuca.

Lo permanente es el Cambio...


O comprendemos o nos resistimos, o nos evadimos o distorsionamos, engañándonos.
La rigidez y la detención de las funciones está presente en los organismos muertos; pero tambien en la mente disfuncional... aunque el resto del cuerpo "funcione". Se manifiesta en las relaciones consigo mismo, con los semejantes y con el mundo y sus actividades en diferentes áreas: familiar, laboral, social, educacional, etc.
Todos tenemos respuestas automatizadas... Todos tenemos mayor o menor grado de rigidez perceptual; reconocerlo ya es comenzar a disolver obstáculos con uno mismo y con el mundo y las relaciones.
Todos jugamos "juegos" mentales, la mayoría de las veces inconscientemente... con intenciones de lograr nuestros Deseos; estos patrones se repiten Ocultos formando parte de nuestra mas profunda estructura (Marco Perceptual; Mirada Personal, Paradigma) No siempre con los resultados esperados; porque cuando los desconocemos, también ignoramos que en el otro subyacen sus propia estructuras ...
El EXITO (logro) no depende de ser el mas fuerte o el mas hábil o el más rápido; sino el que mas Conciencia de sí Mismo ha logrado para COMPRENDER que ESTRATEGIA le es más útil en qué momento y con quién...en y con las diferentes situaciones y Personas con las que construye SU Propia Realidad...

QUIEN combate NO SE ESFUERZA...

Remedio... (Humor)


Acabo de hablar con un viejo amigo que está viviendo en Teruel. 
Me dijo que desde esta mañana no para de nevar y que la nieve ya les llega por la cintura. 
La temperatura ya ha bajado de los -20° C y hay viento norte con ráfagas de hasta 120 km/hora. 
Me contó que su suegra no ha hecho otra cosa que mirar por la ventana de la cocina todo el día. 
Me dijo también, que si el tiempo se pone peor… 
… no le va a quedar otro remedio que dejarla entrar.

sábado, 16 de noviembre de 2013

The piano guys

En casos de familias realmente tóxicas, ¿es aconsejable y posible cortar con todos ellos?


Alejandro Jodorowsky:
Yo lo hice: me fui de Chile a los 23 años y nunca más volví a ver a mi familia. Eran seres tóxicos. Yo podría haber caído en la trampa que nos exige amar a los padres sean lo que ellos sean. El instinto gregario nos hace desear, cuando los antepasados son imperfectos, quedarnos toda la vida atados emocionalmente a ellos pidiéndoles que nos den lo que hubieran debido darnos… Cortar con el árbol genealógico es un acto heroico, que no recomiendo a las almas débiles. Gran cantidad de veces, cuando leo el Tarot, me encuentro con adultos que por no haber resuelto sus sufrimientos infantiles, siguen pegados a la ilusión de que sus padres algún día van a comprenderlos y amarlos, sin querer darse cuenta de que lo que no les dieron cuando niños, nunca se lo darán. Cortar con ellos y buscar el amor en otras fuentes parece fácil cuando se dice, pero en la realidad, el individuo se aferra a sus raíces, como si de ellas dependiera su existencia. Encontrarse de pronto libre de todos esos lazos neuróticos nos coloca en un angustioso vacío. Es entonces cuando, con voluntad heroica, debemos construirnos una nueva vida, aérea, sin posibilidad de regreso, sin identidad egoístamente personal, sin una patria reducida a fronteras, perteneciente al planeta entero, libre del pasado, navegando hundido en el presente, obedeciendo a la mutación que intenta el futuro y creando, si es posible, una familia iluminada y libre.

Cuantos años tengo...


Frecuentemente me preguntan qué cuántos años tengo

“Qué importa eso!
Tengo la edad que quiero y siento.
La edad en que puedo gritar sin miedo lo que pienso.
Hacer lo que deseo, sin miedo al fracaso, o lo desconocido.
Tengo la experiencia de los años vividos y la fuerza de la convicción de mis deseos.

¡Qué importa cuántos años tengo!
No quiero pensar en ello.
Unos dicen que ya soy viejo y otros que estoy en el apogeo.
Pero no es la edad que tengo, ni lo que la gente dice, sino lo que mi corazón siente y mi cerebro dicte.
Tengo los años necesarios para gritar lo que pienso, para hacer lo que quiero, para reconocer yerros viejos, rectificar caminos y atesorar éxitos.
Ahora no tienen por qué decir: Eres muy joven, no lo lograrás.
Tengo la edad en que las cosas se miran con más calma, pero con el interés de seguir creciendo.
Tengo los años en que los sueños se empiezan a acariciar con los dedos, y las ilusiones se convierten en esperanza.
Tengo los años en que el amor, a veces es una loca llamarada, ansiosa de consumirse en el fuego de una pasión deseada.
Y otras en un remanso de paz, como el atardecer en la playa.
¿Qué cuántos años tengo? No necesito con un número marcar, pues mis anhelos alcanzados, mis triunfos obtenidos, las lágrimas que por el camino derramé al ver mis ilusiones rotas... valen mucho más que eso.
¡Qué importa si cumplo veinte, cuarenta, o sesenta!
Lo que importa es la edad que siento.
Tengo los años que necesito para vivir libre y sin miedos.
Para seguir sin temor por el sendero, pues llevo conmigo la experiencia adquirida y la fuerza de mis anhelos.
¿Qué cuantos años tengo? ¡Eso a quién le importa!
Tengo los años necesarios para perder el miedo y hacer lo que quiero y siento”

José Saramago

domingo, 10 de noviembre de 2013

Danza rarámuri


Cuando voy hacia el pueblo
el polvo es tan sólo polvo
el agua es tan sólo agua
y el viento es tan sólo viento.
Pero cuando danzo en piso de tierra
y levanto el polvo
entonces el polvo es la carne
de mis antepasados;
y el agua cristalina que corre
es la sangre del mundo;
y el viento
es el espíritu de mi raza.
Martín Makáwi