Hoy en día ya nadie escucha...
No escuchamos.
Nadie repara en lo que dice el otro.
Estamos todos sumidos en un inmenso, solitario y ensordecedor silencio.
Dá lo mismo que nos digan, que nos expliquen, que nos cuenten, que nos avisen,
que nos griten o que nos susurren.
Todo es un eterno monólogo, en el que solo se guarda silencio para esperar
-impacientemente- a que el otro acabe de hablar.
Andamos más sordos que mudos, mucho más preocupados por lo que nos pasa
por la cabeza que por lo que nos estén diciendo, y claro..
Asi nos va...
Los políticos hablan lo que les dá la gana, al fin que nadie escucha nada...
Nadie quiere dialogar, y eso que el diálogo es la herramienta de la democracia,
y si no la usamos solo nos queda la herramienta de la no democracia,
que son las armas.
Jamás hemos escuchado al planeta hasta que no ha tenido más remedio que
ponerse a gritar.
Parece que ya no hay nada que hacer para que la gente se entienda.
Eso de escuchar e interactuar implica la peligrosa posibilidad de que
alguien te pueda hacer cambiar de opinión. Y en los tiempos que corren, donde
cada día hay menos valores, parece que es más cómodo, rentable y por tanto
correcto, ser escuchado antes que escuchar, emisor antes que receptor,
y muy sordo antes que aunque sea un poco mudo...
No olvidemos: escuchar NO hace daño a nadie,
estoy segura que todos lo hemos comprobado,
alguna vez...
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