lunes, 5 de marzo de 2012

Vida


"El defecto más grande de la Vida, es su incapacidad de conmoverse, su indiferencia perfecta: es su defecto único y total. Ni siquiera es cruel, o dañina, u ofensiva, no, ni mucho menos amable o risueña. Unas veces parece inclinarse de un lado y otras del otro, pero en realidad su rumbo es recto, ciego y sordo y nada de lo que nos sucede le afecta en su comportamiento. Es al revés, somos nosotros los que al ir embarcados en ella sufrimos alteraciones, emociones, daños y alegría, placer y dolor. La vida es el agua de un rio alrededor del cual amamos y sufrimos con nuestra condición mortal a cuestas. Unos lo navegan y otros se establecen en las orillas del rio porque el agua es, justamente, la fuente de la vida. El agua pasa y nosotros con ella, pero el agua carece de conciencia, de sentimientos grandes y pequeños, de intención y de final: ésa es su inhumana perfección, su perfecta indiferencia. Y nosotros somos criaturas del azar...

...A la vida le importa bien poco la inocencia, pero resulta atroz comprender que el azar, con la quietud muda y distante de la vida, es quien se ceba en la inocencia como depredador con una víctima, del mismo modo que vemos suceder a menudo esos documentos visuales de la vida animal que muestran a la leona adulta devorando a la cría del antílope. Apenas nacida, las criatura inocente comienza a percibir el miedo y la pérdida junto con el amor y la dulzura, pero los ingredientes se mezclan mal en el desamparo.   Y hay que aprender a elegir y sobre todo, aprender a defenderse muy pronto...

Ext. del libro La noche en casa

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