domingo, 25 de marzo de 2012

Reverencia a la vida...


Hay muchas personas que se dan cuenta de que están vivas solo cuando mueren. Cuando estaban vivas estaban tan ocupadas en tantas cosas que se olvidaron de la vida por completo. Se acordaron de ella solo cuando supieron que únicamente les quedaban unas cuantas respiraciones –el corazón se está hundiendo, solo quedan unos cuantos latidos más-, es en ese momento cuando comprenden: “Qué estúpido he sido. Toda la vida sencillamente ha pasado por mi lado. No he bebido de su vino, no he comido sus frutos, ni siquiera estoy familiarizado con su fragancia.

¿Cómo ha sido? Y ahora es demasiado tarde”.

¿Alguna vez le has dedicado un solo pensamiento? -que la misma idea de Dios como persona es una estupidez. En ninguna parte existe ningún Dios como persona, y todos esos templos, todas esas mezquitas, sinagogas e iglesias están vacías. Fabricadas por hábiles sacerdotes; no tienen nada que ver con la religión.

Jalil Gibran está en lo cierto cuando dice que tu vida cotidiana es tu templo. Aceptar este simple hecho –que tu vida diaria es tu templo y tu religión-, solamente comprender este simple hecho, va a ser una gran transformación. Entonces no puedes hacer muchas de las cosas que siempre has estado haciendo, porque –la tierra sagrada- está en todas partes y estás tratando con Dios en cada momento.

Él no va a mirar en los libros sagrados. Los libros son libros; ningún libro es sagrado ni tampoco profano. Léelos si disfrutas con la poesía; léelos si te gusta la prosa; léelos si te agradan sus mitologías –pero recuerda, ningún libro puede darte el sabor de la religión.

Sí, es posible que una flor pueda dártelo; un pájaro en vuelo; un árbol que se eleva en las alturas danzando al sol. Toda la existencia se convierte en tu libro sagrado: léelo, escúchalo, y poco a poco e darás cuenta de que estás rodeado por una energía de la que eras totalmente inconsciente.

Es casi como el pez que no sabe nada sobre el océano, porque nace en él. Era parte del océano, exactamente como una ola; no sabe nada del océano. El pez solo llega a conocer el océano cuando el pescador lo saca de él y lo tira en la arena caliente de la playa. Entonces sabe que ha perdido su auténtica casa a la que nunca había prestado atención. Ahora está sediento, intentando por todos los medios posibles volver atrás y saltar al océano. Fuera de él ha tomado consciencia de lo que ha perdido.

La gente solo presta atención a lo que pierde en el momento de la muerte, porque la muerte llega como el pescador, sacándole del océano de la vida. Según eres sacado de la vida, de pronto comprendes: “¡Dios mío! He estado vivo y nunca me había dado cuenta de ello. Podría haber bailado, podría haber amado, podría haber cantado, pero ahora es demasiado tarde”. La gente solamente lo aprecia en el momento en que están muriendo, que han estado continuamente rodeados por la energía eterna de la vida, pero que nunca han participado en ella. Tu vida cotidiana es tu templo y tu religión. Actúa con atención, actúa conscientemente, y muchas cosas empezarán a cambiar naturalmente.

Reverencia hacia la vida no significa únicamente reverencia hacia la vida de los demás.También incluye, además, reverencia hacia tu propia vida.

La vida debería alcanzar profundidad, y la reverencia hacia la vida debería ser la única religión en el mundo.
Osho
 


1 comentario:

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo, la vida será mi religión, si quieres la llamaremos Dios....