No tienes que ser bueno.
No tienes que caminar de rodillas por unas cien millas a través del desierto, arrepintiéndote.
Sólo tienes que dejar al suave animal de tu cuerpo, amar lo que ama.
Cuéntame sobre tus penas, y yo te contaré las mías
Mientras tanto el mundo continúa.
Mientras tanto el sol y las claras piedras de la lluvia se mueven a través de los paisajes,
sobre las praderas y los árboles profundos,
las montañas y los ríos.
Mientras tanto las ocas salvajes, elevadas en el limpio aire azul,
se dirigen de nuevo a casa.
Quienquiera que seas, no importa lo solo que te encuentres,
el mundo se ofrece a tu imaginación,
te llama como las ocas salvajes, emocionante y duro,
una y otra vez anunciando tu lugar
en la familia de las cosas.
Cómo no entender, que nada es para siempre
ese día, seremos libres...
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