domingo, 9 de septiembre de 2007

con quién te identificas?


Tanto la ciencia como el misticismo demuestran que los seres humanos somos en esencia un campo energético. El gran logro ha sido identificar y explicar la forma en que tendemos a competir y a dominarnos unos a otros debido a una profunda inseguridad existencial. Los orientales sostienen que nuestros niveles normales de energía son débiles hasta que nos abrimos a las energías absolutas disponibles en el universo. Cuando se produce esta apertura, nuestro chi -o tal vez deberíamos llamarlo nuestro nivel de energía cuántica- se eleva a una altura que resuelve nuestra inseguridad existencial. Pero hasta entonces nos movemos buscando tomar energía de los demás.
Observemos qué ocurre cuando dos personas interactúan. Hay un viejo dicho místico según el cual la energía sigue a la atención. Por lo tanto, cuando dos personas se dirigen la atención, literalmente fusionan campos energéticos, aunando su energía. El tema pasa a ser enseguida: ¿Quién va a controlar esta energía acumulada? Si uno puede dominar y consigue que el otro ceda a su punto de vista, que mire el mundo a su manera, a través de sus ojos, este individuo captó ambas energías como propias. Siente un aumento inmediato de poder, seguridad, valoración personal y hasta euforia.
Pero esas sensaciones son ganadas a expensas de la otra persona, ya que el individuo dominado se siente fuera de su centro, ansioso y carente de energía. Todos nos hemos sentido así en elgún momento. Cuando nos vemos obligados a ceder ante alguien que nos manipuló para confundirnos, hacernos perder el equilibrio o ponernos en evidencia, de pronto nos sentimos desinflados. Y entonces tratamos de recuperar la energía del dominador, en general por todos los medios necesarios. Este proceso de dominación psicológica se observa en todas partes y es la fuente de todo conflicto irracional en el mundo humano, desde el nivel de los individuos, y las familias hasta las culturas y las naciones. Por lo tanto, si miramos la sociedad de una manera realista vemos que es un mundo que compite por la energía, donde unas personas manipulan a otras en formas muy ingeniosas (y en general inconscientes) Cuando entremos en contacto con otro ser humano, deberiamos tener presente todo esto. Cada persona es un campo energético que consiste en un conjunto de supuestos y creencias que se irradian hacia afuera e influyen en el mundo. Esto incluye creencias sobre lo que un individuo piensa sobre otros y cómo imponerse en la conversación. Cada uno tiene un conjunto de estilos únicos en este mundo, a lo que se le ha dominado "dramas de control". Estos "dramas" se desarrollan continuamente y van desde los muy pasivos hasta los muy agresivos.
EL POBRE DE MI
El más pasivo de los dramas de control es la estrategia de la víctima, o lo que se ha llamado Pobre de Mí.
En este drama, en vez de competir directamente por la energía, la persona trata de ganar deferencia y atención a través de una manipulación de la simpatía.
Simpre podemos reconocer cuándo entramos en el campo energético de un Pobre de Mí porque nos vemos arrastrados de inmediato a un tipo de diálogo particular en el que perdemos nuestro centro. De pronto empezamos a sentirnos culpables sin motivo. El individuo puede decir: "bueno, esperaba que ayer me llamaras, pero no lo hiciste". o: "me pasaron un montón de cosas horribles, y no apareciste". etc. Existen docenas de variantes, pero el tono y la estrategia básicos son los mismos. Siempre es algún tipo de esfuerzo por conseguir simpatía y la afirmación de que tú eres de alguna manera responsable. La estrategia en el drama del Pobre de Mí, consiste en hacernos perder el equilibrio y obtener nuestra energía creando una sensación de culpa o duda de nuestra parte. Al aceptar esa culpa, nos detenemos y, a través de los ojos de esa persona, miramos su mundo. Al hacerlo, la persona logra sentir la inyección de nuestra energía sumada a la suya y así se siente más segura. No olvidemos que este drama es casi por completo inconsciente. Para el Pobre de Mi, el mundo es un lugar aterrador donde no puede contar con los otros para que satisfagan sus necesidades de cuidado y bienestar. En el mundo del Pobre de Mí, la única manera razonable de actuar es esforzarse por obtener simpatía mediante inducción de culpa. Por desgracia, debido al efecto que surten en el mundo estas creencias, a menudo el Pobre de Mí, deja entrar en su vida exactamente al tipo de personas abusivas que teme. Y los hechos que le ocurren en general son traumáticos. El universo responde produciendo el tipo de mundo que la persona espera. Y el Pobre de Mí, termina atrapado sin saberlo en una trampa viciosa.
¿Cómo actuar ante un Pobre de Mí? Lo primero es tener presente que el propósito del drama es obtener energía. empecemos por enviarle energía.. hay muchimos casos en nuestra vida en los que nos sentimos preocupados porque abandonamos a alguien o sentimos simpatía por una persona que se encuentra en una situación difícil, pero somos nosotros quienes debemos determinar esas realidades, no otro, Sólo nosotros podemos decidir hasta que punto debemos ayudar a alguien en una necesidad.
Una vez que le enviemos energía, el siguiente paso es no seguirle el juego, esto puede hacerse con una afirmación como: "me parece que piensas que debería sentirme culpable por lo que te pasa", es posible que la otra persona interprete lo que decimos como un rechazo aunque nuestra intención solo sea abordar la situación con honestidad, quizá la otra persona no lo entienda y su reacción tipica podría ser: "oh, bueno, ya sabía que no te caigo bien", etc. incluso hasta podria sentirse insultada y furiosa. Lo importante es pedirle a la persona que escuche, en el mejor de los casos, la persona oirá lo que decimos al señalarle su drama y podrá abrirse a un estado superior de conciencia personal.
EL DISTANTE
Un drama ligeramente menos pasivo es el drama del Distante. La persona con la que hablamos es distante, indiferente, si le hacemos preguntas sobre su historia personal, por ejemplo, obtenemos un resumen muy vago, como: "he estado viajando un poco", asi, sin mayor elaboración.
Al querer darle seguimiento a esta conversación, tal vez le digamos "bueno, ¿y a dónde has viajado?, y recibimos su respuesta "a muchos lugares". Aqui vemos la estrategia del Distante, crear un aura vaga y misteriosa a su alrededor, y de esta manera nos obliga a poner energía para obtener mas información, nos concentramos con intensidad en el mundo de la persona, mirando a través de sus ojos con la esperanza de comprender su historia, y así le damos la inyección de energía que desea.
No quiere decir esto que todos los que se niegan a dar información sobre sí mismos estén usando este drama, simplemente pueden querer mantener el anonimato por alguna razón. Toda persona tiene derecho a la privacidad y a compartir con otros sólo lo que quiere. Sin embargo, usar esta estrategia para obtener energía es algo por entero distinto. Para el Distante es un método de manipulación que trata de seducirnos y al mismo tiempo mantenernos a distancia. Una manera de darnos cuenta cuando se trata de una persona asi es cuando desviamos la atención a otra parte y la mayoría de las veces el Distante vuelve a entrar en interacción con nosotros diciendo algo pensado para volver a hacernos interactuar y asi lograr que la energía siga fluyendo hacia él.
El Distante cree que el mundo está lleno de personas a las que no se puede confiar información íntima. Piensa que la informacion será usada en su contra o que será motivo de crítica.
¿Como tratar al Distante? No nos pongamos a la defensiva.. enviemosle energía, y asi aliviaremos la presión de continuar la manipulación. Sin la presión podemos volver a empezar, llevando el drama a la conciencia al convertirlo en el tema de conversación. Podemos esperar una de dos reacciones, primero, el Distante puede huir de la interacción y cortar toda comunicación, es un riesgo que debemos correr, la otra reacción del Distante, puede ser mantenerse en comunicación pero negar que es distante. No obstante si estamos seguros de nuestra percepción, debemos continuar el diálogo, con suerte, de la conversación podrá surgir un nuevo patrón de comportamiento.
EL INTERROGADOR
Un drama de control más agresivo que invade la sociedad moderna es el del Interrogador. Es esta estrategia se usa la crítica para obtener energía de los demás.
En presencia de un interrogador, siempre tenemos la sensación clara de que nos están inspeccionando. Al mismo tiempo, sentimos que nos plantan el papel de torpe o incapaz de manejar nuestra vida. Sentimos esto porque la persona con la que interactuamos nos arrastra a una realidad en la que siente que la mayoría de la gente comete errores enormes con su vida y ella debe corregir la situación. Por ejemplo. pueden llegar a decir: "en realidad, no te vistes de acuerdo con el tipo de trabajo que tienes", o: "noté que tu casa es demasiado sencilla". con igual facilidad, la crítica puede apuntar a cómo hacemos nuestro trabajo, como hablamos, o una amplia gama de características personales. En realidad no importa. Cualquier cosa dará resultado en la medida en que la crítica nos haga perder el equilibrio o nos haga sentir inseguros de nosotros mismos.
La estrategia incosciente del Interrogador consiste en señalar algo sobre nosotros que nos haga pensar, con la esperanza de que aceptemos la crítica y adoptemos su visión del mundo. Cuando esto sucede, empezamos a ver a través de los ojos del Interrogador y con ellos le damos energía.
Esta persona cree que el mundo no es seguro y ordenado a menos de que ella controle el comportamiento y la actitud de todos y haga correcciones. Él es el héroe, el único que presta atención y cuida que las cosas se hagan a la perfección. En general proviene de una familia donde los padres estuvieron ausentes o poco atentos a sus necesidades. En este vacío inseguro de energía, logra atención y energía de la única manera posible: señalando los errores y criticando el comportamiento de los demás.
¿Cómo tratar a un Interrogador? ... Manteniéndonos lo bastante centrados como para decirle cómo nos sentimos en su presencia. No adoptar una postura defensiva y enviar energía afectuosa al explicarle que nos sentimos cuestionados y criticados por él. Puede reaccionar de cualquier manera. Primero puede negar su actitud crítica, otra sería dar vuelta al tablero y acusarnos a nosotros críticos. Una tercera reacción que podría mostrar es sostener que las críticas son válidas y deben hacerse y que estamos evitando enfrentar nuestros defectos. Es verdad que todos enfrentamos situaciones en las que sentimos que los demás están haciendo algo que no les conviene, y pensamos qué podriamos hacer para señalar el error. El factor clave es cómo intervenimos. Aprendamos a hacer afirmaciones modestas como: " si mis neumáticos estuvieran así de gastados, yo compraría un juego nuevo" o: "cuando me tocó estar en una situación como la tuya, dejé el trabajo antes de conseguir otro y despues lo lamenté". Hay muchas maneras de intervenir sin sacar a la persona de su punto de vista y sin hacerlo sentir incapaz de tomar decisiones acertadas, como hace el Interrogador.
EL INTIMIDADOR
El drama de control más agresivo es la estrategia del Intimidador. Nos damos cuenta cuando entramos en un campo energético de una persona así porque no sólo nos sentimos consumidos e incómodos, sino que nos sentimos inseguros, en peligro, incluso.
El mundo pasa a ser amenazador, descontrolado. El Intimidador dice y hace cosas que indican que puede tener un arranque de rabia o violencia en cualquier momento. Puede contar historias sobre daños hechos a otros o mostrarnos su furia insultando, golpeando, rompiendo muebles o arrojando objetos. La estrategia del Intimidador consiste en llamar nuestra atención y de ese modo obtener energía creando un medio en el que nos sentimos tan amenazados que nos concentramos por entero en él. Cuando alguien dá la impresión de que puede perder el control o hacer algo peligroso en cualquier instante, la mayoría de nosotros lo observamos con atención. Si mantenemos una conversación con una persona así, generalmente nos remitimos con rapidez a su punto de vista. Por supuesto, cuando vemos a través de sus ojos, tratando de adivinar lo que puede llegar a hacer, recibe la inyección de energía que es lo que más necesita.
Esta estrategia de intimidación se desarrolla en un medio anterior de gran carencia de energía donde predominan las relaciones con otros Intimidadores dominantes y abusivos y donde no funciona ninguna otra estrategia para recuperar la energía. La inducción de culpa, como hace el Pobre de Mi, no funciona, a nadie le importa. Nadie se da cuenta si se hace el Distante. Y cualquier intento de ser Interrogador choca contra ira y hostilidad. La única solución es llegar a ser lo bastante grande como para intimidar por derecho propio.
El mundo que ve el Intimidador es de violencia a diestra y siniestra. Es un mundo donde está perdido, aislado, donde todos lo rechazan y a nadie le importa.
¿Cómo tratar con un Intimidador? Enfrentar a un Intimidador es un caso especial, debido al peligro evidente, en la mayoría de los casos es mejor apartarse de su presencia. Si alguien mantiene una relacíón con un Intimidador, lo mejor es poner la situación en manos de un profesional. El éxito con un individuo de este tipo, implica hacerlo sentir a salvo, brindarle energía solidaria y llevar a la conciencia la realidad de su drama. Por desgracia, sigue habiendo muchos intimidadores que no reciben ninguna ayuda y que viven en estados de miedo y rabia.
Muchos de estos individuos terminan en el sistema de justicia criminal, y lo más prudente es mantenerlos alejados de la sociedad, pero un sistema que los mantiene encerrados sin intervención terapeútica y luego los deja salir otra vez no comprende ni ataca la raiz del problema.

La mayoría de nosotros, a lo largo de nuestra vida, oímos distintas quejas de los demás sobre nuestros patrones de conducta, y nos cuesta mucho ver de manera objetiva nuestro comportamiento personal.
Nuestro desafío consiste en mirarnos con más atención a nosotros mismos para identificar nuestro conjunto particular de supuestos y las intenciones que constituyen nuestro drama y encontrar otra experiencia que nos permita abrirnos a la energía que llevamos dentro.

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