Se muere Marx y, lógicamente, va al infierno. A los tres días sube el demonio, mosqueado, a ver a San Pedro
-Hola, ¡qué mala cara traes!
-No me hables tío, que me han mandao a un tal Marx, y ya no hay quien haga nada en el infierno. El tío ha montao una revolución, con manifestaciones, huelgas... para que te voy a contar.
-Oye, pues mándamelo p'aca unas semanas, a ver si se calman las cosas ahí abajo.
-Pedro me has salvao la vida. Esta tarde te lo mando.
A las 3 semanas vuelve a subir el demonio, a ver cómo iba la cosa:
-¿Qué, cómo os va con el Marx ese que os mande?
-Ah, perfecto, macho, el tío se ha integrado aquí como nadie. Ha hecho amigos con los ángeles, con los santos...
El demonio, sorprendido dice:
-Pero... pero... ¿y qué dice Cristo a todo esto?
-Uy! Cristo y Marx son íntimos, como uña y carne, siempre juntos discutiendo problemas filosóficos...
El demonio no da crédito a lo que oye, y pregunta:
-Pero bueno, ¿y Dios qué dice a todo esto?
-¿Dios...? ¿ cual Dios...? ¡Pero si Dios no existe!!
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