lunes, 2 de abril de 2012

Después de las fiestas


Y cuando todo el mundo se iba 
y nos quedábamos los dos 
entre vasos vacíos y ceniceros sucios, 

qué hermoso era saber que estabas
 ahí como un remanso,
 sola conmigo al borde de la noche,
 y que durabas, eras más que el tiempo,

 eras la que no se iba
 porque una misma almohada
 y una misma tibieza
 iba a llamarnos otra vez
 a despertar al nuevo día
 juntos, riendo, despeinados...
Julio Cortázar

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