martes, 24 de abril de 2012

¿Estamos indignados?

Vivimos el peor momento de la historia de la humanidad. El más oscuro, el que peor solución tendrá; el tiempo en que la condición humana se ha ido asentando (con gran velocidad) sobre un materialismo absurdo, sobre una hipocresía descomunal. Pero sobre todo, vivimos el peor momento de la humanidad porque cada ser humano parece vivir de espaldas a sí mismo.
¿Estamos indignados? ¿Lo estamos? ¿Con qué? Miro con asombro algunas cosas que están pasando. ¿Cómo podemos salir a la calle gritando que esto es una mierda y, al mismo tiempo, consentir lo que sucede en Somalia? por ejemplo, ¿No estaremos indignados en nuestra pequeña parcela? Hacemos un poco más grande nuestro mundo (eso creemos) al juntarnos con otros para que se nos escuche mejor. Pero defendemos lo nuestro, lo personal.
Las injusticias, el hambre, la pobreza que arrasa a media población mundial no parece que vaya con nosotros. Protestamos que no venga el Papa, que envíe el dinero que va a gastar a Somalia, o a cualquier lugar que se necesite. Muy bien. Pero, cuando llegue el dinero allí alguien se lo quedará. El problema es otro. ¿Por qué no enviamos lo nuestro si tanto nos preocupa la muerte de niños por hambre en África? Cargamos contra sectores (seguramente con toda la razón del mundo) para quedar al margen. Eso sí, gritando lo solidarios y estupendos que podemos llegar a ser. Yo no puedo enviar nada porque nada tengo, podrán decir muchos. Vayamos, entonces, a crear estructuras, a educar a esos niños,a ayudar a esas madres.  Vayamos ya que no tenemos nada que mandar. Pero, me temo, que eso tampoco es una opción. Porque pensamos en lo nuestro, en lo más particular. 
Vivimos el peor momento de la historia de la humanidad porque nos hemos convertido en parte de un todo delirante, lejano a lo que tenga que ver con el pensamiento y lo espiritual, si no tocamos algo no creemos en ello, hemos matado a nuestros dioses para ocupar su puesto y un ser humano endiosado en lo peor que le puede pasar a la humanidad. 
Jugamos a estar muy indignados cuando lo que buscamos es vivir como los ricos.  Y digo esto porque nadie quiere vivir como los más pobres. No hay más que mirar el número de personas que dejan todo para viajar a las zonas más deprimidas y dejarse allí la vida trabajando para los demás. (muy muy pocas)...
Ya no valen los gestos ni la palabrería. Ya no sirve eso de gritar palabras gruesas mirando hacia un lugar cercano. El mundo se está viniendo abajo. Y tal como vamos, esto se va a convertir en un lugar peor de lo que es. Aunque parece que a la gran mayoría solo le importa poder pagar a tiempo su hipoteca...

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