Es fácil estar triste, ser triste, dejar que la tristeza nos invada, que la agridulce melancolía llene las horas, nos sacie; pero que difícil es forzar la alegría, que difícil sentirla verdadera, poderosa e invulnerable...
Ya lo dijo Séneca: Nada necesita menos esfuerzo que estar triste...
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