domingo, 27 de noviembre de 2011

Los amargos


Todos los seres tienen amargura en su organismo, así como casi todos tenemos el bacilo de la tuberculosis.

Pero estas dos enfermedades solo atacan cuando el paciente se encuentra debilitado; en el caso de la amargura, el terreno propicio para el surgimiento de la enfermedad aparece cuando se crea el miedo a la llamada "realidad".

El gran objetivo de la amargura, es la voluntad. Las personas atacadas por esta enfermedad, van perdiendo la facultad de desear y en pocos años ya no consiguen salir de su mundo, pues han invertido enormes reservas de energía construyendo altas murallas para que la realidad sea solo aquello que anhelaban fervientemente. Continúan yendo al trabajo, viendo la televisión, protestando contra el tránsito y procreando, pero todo esto sucede automáticamente y con la ausencia absoluta de toda emoción interior.

El gran problema del envenenamiento mediante la amargura reside en que las pasiones - odio, amor, desesperación, entusiasmo, curiosidad - también dejan de manifestarse. Después de algún tiempo, ya no le queda al amargado ningún deseo. No tienen ganas de vivir, ni de morir, ésta es la dramática situación.

Por eso, para los amargados o (definitivamente amargos), los héroes y los locos son siempre fascinantes: tanto a los héroes como a los locos, el peligro les es indiferentes. Y siguen adelante aunque las personas de su entorno intente detenerlos.

El amargo crónico solo nota su enfermedad una vez por semana: en las tardes de domingo. En ese momento, como no tiene el trabajo o la rutina para aliviar sus síntomas, nota que alguna cosa anda mal, ya que la paz de esas tardes le resultaba infernal, el tiempo no pasa nunca y una constante irritación se manifiesta sin tapujos.

Pero llega el lunes, y el amargo pronto olvida sus síntomas. aunque proteste con energía de que nunca tiene tiempo para descansar, y lamente vivamente que los fines de semana transcurran con excesiva rapidez.

La mayoría de los amargos pueden continuar su vida sin constituir una amenaza para la sociedad en general o a las personas en particular, ya que, por causa de las altas murallas edificadas alrededor de ellos mismos, se hallan totalmente aislados del mundo... aunque parecen compartirlo...
Veronica decide morir (Paulo Coelho)

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