De pronto, un día, por alguna casualidad, algo te lleva al lugar donde cuando eras un niño muy pequeño ibas algunos días sueltos al año.
Es como si todo se refrescara dentro de tu mente, empiezan a llegar imágenes que hace siglos no recordabas, te vienen como “flashes”, recuerdas pequeños detalles, preguntas a algún familiar que todavía sigue por allí, y con sorpresa te miran y te contestan ¿Cómo puedes recordar eso?, si eras taan pequeñita?
Y si, lo recuerdas, de repente, con todo lujo de detalles, recuerdas incluso los aromas, los colores, cierras los ojos y lo ves a la perfección, ves los atardeceres, el corral donde tantas veces te colabas de niña, del jardín donde se encontraba aquel enorme árbol de manzanas, al que te subías hasta la punta y que siempre te decían que tuvieras cuidado, y en cambio tu trepabas en él como si nada y cuando te descubrían tenías que bajar rapidamente y entrar en la casa, te encuentras con aquel amigo inseparable con el que siempre jugabas de niña.
Sienta bien a veces volver atrás, te renueva, y te hace pensar “esta vez no dejaré pasar tanto tiempo”.
¿Quién sabe?, quizá repitas pronto la visita, quizá vuelvan a pasar muchos años, pero esta vez los recuerdos se quedarán frescos en la memoria, los de ahora, y los que te vinieron a la cabeza de cuando eras “una cría”.
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