domingo, 20 de octubre de 2013

Mi encuentro con la magia


Noviembre de 1996...

Era un tiempo de soledad, me encontraba en casa, reposando, tumbada en el sofá, y arropada con una manta esperaba la hora de ir a recoger a mis hijos a la escuela, estando así, en silencio, me pudo el sueño y recién empezaba a quedarme dormida cuando de pronto...llaman a la puerta.   Me incorporo, abro, y me encuentro a un señor, bajito, moreno, un poco pasado de peso, mirada penetrante, una sonrisa irresistible y modales muy graciosos... vestía un traje formal color claro, y una especie de chancletas de ante... recuerdo que me dijo... ¡Hola! ¿Puedo pasar? Llena de curiosidad e intrigada le invité a que pasara... Me dio la mano, y se presentó, desgraciadamente no he podido recordar su nombre... A primera vista me pareció un hombre extraño, me dijo que era maestro de Yoga y practicante del Budismo Zen, que había pasado casi 30 años en un monasterio de la India cumpliendo con un voto de silencio. Lo escuchaba atentamente, era novata en todos esos temas y no comprendía que tenían que ver conmigo, estaba sorprendida, no entendía nada... Se disculpó por llegar así sin avisarme. No me explicó como me localizó, ni yo se lo pregunté, me dijo: “Sé que usted es consciente de muchos secretos místicos, y creo que puedo ayudarle, de alguna forma, a caminar por el sendero de la luz”. Su voz cálida y suave, tenía un acento extraño, estaba claro que el español no era su idioma natal.

Pronto me encontré conversando con el como viejos amigos... Yo escuchaba fascinada... Tenía la impresión de que nuestra plática iba muy acelerada, intercambiábamos palabras de forma muy rápida, casi sin pausa, haciendo que nuestras frases se atropellaran, a veces daba la impresión que hablábamos de manera simultánea.. ¡Tenía tantas preguntas que hacerle!... Y el me respondía con tanta profundidad, que me sentía entusiasmada.
Me dio mucha pena cuando dijo que tendría que marcharse pronto, pero antes de irse me daría un mensaje, que justo para eso había venido. Solo acerté a decir ¿Un mensaje? ¿Qué tipo de mensaje? Entonces me dijo... Se refiere a su futuro... cuando me dijo eso sentí un escalofrío, que me recorrió todo el cuerpo, el pulso se me aceleró y el corazón empezó a latir con fuerza.
Seguidamente, dirigiéndose a mi con voz firme y muy clara, me dijo: –“Pronto partirá usted a un lugar, cerca del mar y las montañas... Muy lejos de aquí”. Yo le dije, no se a que se refiere, pero siempre he querido viajar a un lugar así, me sonrió y continuó...” “Creo que no me ha entendido bien... Le estoy diciendo que se irá usted de aquí y dejará la vida que ha llevado hasta ahora, y debe hacerlo porque tiene que recibir varios dones de iluminación de ciertos maestros que se presentarán ante usted sin que los busque...” ¿Sin que yo los busque? ¿Y dice que me iré de aquí? No entiendo nada, pero creo que se equivoca... Yo aquí tengo a mi familia... A mi esposo a mis hijos... Supongo que ellos vendrán también conmigo. Entonces me dijo algo que me sonó completamente inesperado y me causó muchísima impresión... Me dijo: No... Su familia no irá con usted... Será como un retiro voluntario que tendrá que hacer, se irá lejos, y es ahí donde conocerá a su Yo Gemelo.
-¿Yo Gemelo? –Aquello me sonaba bastante fantástico- le dije que no sabía bien que significaba eso de Yo Gemelo y menos para que lo tenía que conocer.
El me dijo que solo lograría el entendimiento después de conocer al hombre que es la mitad de mi misma, y que después de ese encuentro escribiría un libro sobre todo lo que nos enseñaríamos mutuamente. Dijo... cuando ustedes se hayan conocido, ambos irán comprendiendo que tienen una misión mutua, y que juntos daríamos a conocer a otros el poder de la felicidad, de cómo eliminar angustias, de la curación espontánea y algunos otros fenómenos mágicos.
Yo guardaba silencio... No sabía que decir... Lo que estaba oyendo me parecía totalmente irreal... ¿Cómo me iba a ir yo de mi casa? ¿Cómo iba a dejar a mi esposo, a mis hijos? Eso me parecía totalmente imposible... Estos pensamientos no los expresé en voz alta. Además pensaba que nunca sería capaz de cumplir con semejante desafío, ni lo de irme lejos de mi casa, dejándolo todo, ni lo de escribir un libro, ya fuera con “la mitad de mi yo” o sin ella. Pensaba, esto es increíble... Después seguro que me dirá que va a materializar una nave espacial, a la que me subiría de un salto, que apretaría un botón y saldría disparada para pasar el resto de mi vida en Marte, o en algún planeta lejano. Lo que me decía... era tan inalcanzable en aquel momento, que hasta me resultaba divertido.
Mi silencio no parecía perturbarlo, ni hacia que perdiera su sonrisa, tenía sus ojos clavados en los míos, parecía que sabía lo que estaba pensando. Después de un momento, continuó con sus increíbles declaraciones.
Dijo…Una parte importante de las iluminaciones que ustedes sembrarán en la conciencia dormida de algunos seres humanos será la importancia del Amor tanto para los hombres como para las mujeres. De pronto se puso serio, y me dijo a manera de advertencia... una vez que halle a su otra mitad, existe el peligro de que ambos o alguno de los dos no se encuentre dispuesto en ese momento para llevar a cabo la Sagrada Unidad, la cual ha sido esperada por ustedes durante milenios, ya sea por egoísmo, por orgullo, por falta de claridad, por falta de perdón, solo le puedo decir que la misión que usted y esa otra persona se asignaron hace mucho tiempo, tarde o temprano se cumplirá en la encarnación presente. La tarea será difícil. Y mas para usted, pero no debe dejarse intimidar.
La tarea requerirá de mucho coraje, pues se enfrentarán a las críticas, pero aún y así, no deben renunciar.
En mi mente aparecieron dos pensamientos... El primero era de agradecimiento por todo lo que me estaba diciendo, y a pesar de que estaba intrigada, de alguna manera comprendía muy bien todo lo que me decía. El segundo, era lo impresionada y emocionada que estaba por haber tenido la oportunidad de conversar con una persona semejante.
Cuando me animé a hablar de nuevo… Algo nerviosa le dije… Perdone... pero me cuesta un poco entender cuando se refiere a... lo que tienen que hacer, ya lo han planeado hace mucho tiempo, en otras encarnaciones o vidas anteriores.
El siguió hablándome, y a juzgar por su expresión, sabía que la semilla sembrada en mí había echado raíces y que pronto florecería, hasta parecía mas contento, su cara resplandecía. Y continuó... sé que ahora todo esto le parece increíble, pero transcurrido un tiempo lo comprenderá.
Sus palabras fueron como una campanilla que resonaba en el fondo de mi mente...
Le dije... Sus palabras me han hecho recordar una canción, que me gustaba mucho, entonces me dice... ¿Me la cantaría usted? Me encantaría escucharla. Le dije que me daba mucha vergüenza, pero con mucha timidez e inseguridad le canté algo de esa canción. A pesar del nerviosismo que provocó que estuviera algo desafinada, el aplaudió con entusiasmo. ¡Bellísimo! Gracias, canta usted muy bien.
Yo me ruboricé, le dije... Sin duda no soy ninguna Bárbara Streisand. Pero lo he hecho con mucho sentimiento.
El me dijo... Lo ha hecho muy bien, además usted no tiene ninguna obligación de cantar como ella, entonces hizo una observación... “El bosque sería triste, silencioso y solitario si no cantaran más aves que el ruiseñor”, y me dijo. Por eso una vez mas, gracias por cantar para mi.
Solo acerté a decir... Gracias a usted por el mensaje, seguramente será un acontecimiento encantador y esperaré con ansias, el encuentro con mi Yo Gemelo.
Al hablar yo pensaba en mi soledad, en esa dolencia, en ese vacío que a veces incomprensiblemente se apoderaba de mí y que yo había llegado a considerar como algo normal y definitivo en mi vida.
Después de un rato, ambos guardamos silencio, había un quietud extraordinaria, pero de pronto me empecé a sentir intranquila y aprensiva, en esa quietud sentí la mirada del desconocido fija en mi... y me animé a preguntar ¿Cuándo exactamente debo conocer a este hombre que es mi Yo Gemelo?
Me respondió... Aun falta un tiempo para eso, usted debe cumplir con algunas cosas pendientes que tiene aquí... Y él tampoco está listo todavía... Lo que si le digo es que esta no es la primera vez que se ven, pues han vivido incontables existencias juntos.
Se levantó de su silla, y sentí mucha desilusión, pues comprendí que esta vez ya se iba de verdad. Pero a la vez me sentía feliz y agradecida con ese amable desconocido que me había prometido un regalo tan perfecto y maravilloso como sería conocer a mi Yo Gemelo, ¿Quién no busca secretamente ese milagro?
Caminó hacia la puerta y yo lo seguí. De pronto se detuvo y luego en voz baja me pidió que cerrara los ojos mientras el pronunciaba unas palabras. Obedecí, con la cabeza inclinada y permanecí junto a él en silencio, podía sentir el aroma que él desprendía... sentí como ponía suavemente su mano en mi cabeza, y empezó a cantar en un idioma extraño, sentía tanta paz, tanta felicidad, el aire olía a naranjas y a canela.
De pronto dejó de cantar y desapareció la ligera presión de su mano en mi cabeza. Como quien despierta de un sueño, abrí lentamente los ojos, y cuando quise decir adiós, había desaparecido. Así, simplemente.
¿Pero como? Es cierto que yo había abierto los ojos muy lentamente y que quizá el tuviera tiempo de abrir la puerta e irse, pero yo no escuché ningún ruido que viniera de la puerta al abrirse o cerrarse. Me fui directa al sofá, y me envolví en la manta pensando en la increíble experiencia que acababa de vivir. Estaba a punto de creer que todo aquello había sido un sueño desde el principio, cuando de pronto, recordé que al entrar el desconocido había dejado una tarjetita de en la mesita de la entrada, unos segundos después de que lo invitara a pasar. Hasta entonces no lo había recordado, me levanté de un salto, y entonces la vi, vi la tarjeta... ¡No había sido un sueño! ¡La tarjeta estaba ahí! La tomé con mucha emoción y con lágrimas en los ojos... era una simple tarjeta blanca, y solo tenía tres palabras impresas en pequeñas letras violeta... solo decía... ESPERA UN MILAGRO.
Pasé largo tiempo sentada en el sillón, tratando de memorizar cuanto había ocurrido, no quería olvidar nada.
De alguna manera sabía que existía la magia, pero uno nunca está preparado para aceptarla cuando ocurre. No había sido un sueño, ni una alucinación. Ahí estaba la tarjeta.
Han pasado muchos años de ese momento mágico, la tarjeta siempre la llevo conmigo, como un tesoro... Después de unos años mi vida ha ido cambiando al cien por cien... Una experiencia maravillosa si... Y El milagro, sigue ocurriendo...

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