Si piensas de este modo, si esta es tu lógica, entonces ese mundo mejor nunca llegará a existir. En todas partes este será el mundo, en todas partes estos serán tus vecinos, y en todas partes estas serán las esposas y estos serán los maridos y estos serán los hijos. Puedes crear la ilusión de que el cielo existe en alguna parte, pero por todas partes encuentras un infierno. Con este tipo de mente, todo es un infierno. Esa mente es un infierno.
Un día, el mulá Nasruddin y su mujer regresaban a casa a altas horas de la noche. En la casa habían entrado ladrones, y la mujer se puso a chillar. Después le dijo al mulá:
- ¡La culpa es tuya! ¿Por qué no cerraste bien cuando salimos?
Para entonces, todo el vecindario se había congregado. Era una noticia sensacional. ¡Han robado en la casa del mulá! Todos repetían a coro. Uno de los vecinos dijo:
- Yo ya me lo esperaba ¿Cómo es que tú no? Qué descuidado eres.
Otro vecino dijo:
- Dejaste las ventanas abiertas ¿Por qué no las cerraste antes de salir de casa?
Un tercero dijo:
- Esta cerradura parece estropeada ¿Por qué no la cambiaste?
Y todos le echaban la culpa al mulá Nasruddin.
Entonces él dijo:
- Un momento, por favor. La culpa no es mía.
Y todo el vecindario le preguntó a coro:
- ¿Y de quién crees que es la culpa, si no es tuya?
- ¿Qué me decís del ladrón? -dijo el mulá.
La mente siempre echa la culpa a algún otro. La mujer culpa al mulá Nasruddin, todo el vecindario culpa al mulá Nasruddin, y el pobre hombre no puede echar la culpa a ninguno de los presentes, así que dice: "¿Qué me decís del ladrón?"
Siempre echamos la culpa a otros. Esto te da la ilusoria sensación de que no has obrado mal. Quien ha obrado mal es algún otro: X,Y,Z... Y esta actitud es una de las actitudes básicas de nuestra mente. La culpa de todo la tiene siempre otro, y si podemos encontrar un chivo expiatorio, nos quedamos tranquilos; nos hemos librado de un peso.
Para el que busca, esta mente no sirve de nada; es un impedimento. Esta mente es el impedimento. Debemos darnos cuenta de que, en cualquier situación, en cualquier circunstancia, el responsable eres tú y nadie más. Si tú eres responsable, entonces algo se puede hacer. Si el responsable es algún otro, no se puede hacer nada.
Este es el conflicto entre la mente religiosa y la mente irreligiosa. La mente irreligiosa siempre piensa que el responsable es algún otro. Que cambie la sociedad, que cambien las circunstancias, que cambien las condiciones económicas, que cambie la situación política, que cambie algo, y todo irá bien. Pero lo hemos cambiado todo un montón de veces, y nada va bien. La mente religiosa dice que, sea cual sea la situación, si tu mente es así siempre estarás en el infierno, tu vida será un sufrimiento. Nunca podrás alcanzar el silencio.
Carga tú con la responsabilidad. Sé responsable, porque entonces se podrá hacer algo. Sólo puedes hacer algo contigo mismo. No puedes cambiar a ninguna otra persona del mundo, sólo puedes cambiarte a ti mismo. Esta es la única revolución posible. La única transformación posible es la propia. Pero esto sólo se llega a considerar cuando nos sentimos responsables".
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