martes, 6 de marzo de 2012

Sonata inocente

Muchos lectores me preguntan sobre la relación de mis libros con la música. Yo mismo, más en serio que en broma, he dicho que Cien años de soledad es un vallenato de 400 páginas y que El amor en los tiempos del cólera en un bolero de 380. En algunas entrevistas de prensa he confesado que no puedo escribir con música porque le pongo más atención a lo que oigo que a lo que escribo. La verdad es que creo haber oído más música que libros he leído, y pienso que no me queda mucho por escuchar desde Juan Sebastián hasta Leandro Díaz.
 La mayor sorpresa me la llevé en Barcelona cuando dos jóvenes músicos me visitaron después de leer El otoño del patriarca, cuya estructura les parecía inspirada en la muy compleja del Concierto para piano número 3 de Béla Bartók. Llevaron gráficos demostrativos que a ellos les parecían terminantes. No los entendí, por supuesto, pero me sorprendió la coincidencia, de que en los casi cuatro años en que escribí el libro estaba muy interesado en aquellos conciertos, y sobre todo en el tercero, que sigue siendo mi favorito. Quiero decir con todo esto que no me sorprende ahora si un músico de méritos grandes cree encontrar elementos de composición musical en El coronel no tiene quien le escriba, que es el más simple de mis libros. Es cierto que lo escribí en un hotel de pobres de París, en condiciones espartanas, mientras esperaba una carta con un cheque que nunca llegó. Mi único consuelo era la música de un radio prestado. Pero ignoro por completo las leyes de la composición músical, y mal podría escribir un cuento con una estructura diatónica deliberada. Creo, eso sí, que un relato literario es un instrumento hipnótico, como lo es la música, y que cualquier tropiezo del ritmo puede malograr el hechizo.
De esto me cuido hasta el punto de que no mando un texto a la imprenta mientras no lo lea en voz alta para estar seguro de su fluidez. Las comas son esenciales, porque imponen un ritmo a la respiración del lector y manejan sus estados de ánimo. Es lo que llamamos las comas respiratorias que pueden permitirse inclusive trastornar la gramática a cambio de preservar el acto hipnótico de la lectura. Si esto es lo que quiere saber mi admirado Germán Borda le contesto que sí: no sólo El coronel sino hasta el menos significante de mis párrafos está sometido a ese rigor armónico.
Sólo que a los escritores intuitivos no nos conviene explorar demasiado estos misterios técnicos, pues en este oficio de ciegos no hay nada más peligroso que perder la inocencia.
Gabriel García Márquez



‎...Pasarán los años y este niño revelará al mundo los secretos de la comarca que fue atacada por la peste del olvido y perdió el nombre de las cosas. Él descubrirá los pergaminos que cuentan que los obreros han sido fusilados en la plaza y que aquí la Mama Grande es dueña de vidas y haciendas y de las aguas llovidas y por llover, y que entre lluvia y lluvia Remedios la Bella se va al cielo y en el aire se cruza con un ángel viejito y desplumado que viene cayendo rumbo al gallinero.

lunes, 5 de marzo de 2012

Mantra para remover obstáculos

Plantas que curan


Vida


"El defecto más grande de la Vida, es su incapacidad de conmoverse, su indiferencia perfecta: es su defecto único y total. Ni siquiera es cruel, o dañina, u ofensiva, no, ni mucho menos amable o risueña. Unas veces parece inclinarse de un lado y otras del otro, pero en realidad su rumbo es recto, ciego y sordo y nada de lo que nos sucede le afecta en su comportamiento. Es al revés, somos nosotros los que al ir embarcados en ella sufrimos alteraciones, emociones, daños y alegría, placer y dolor. La vida es el agua de un rio alrededor del cual amamos y sufrimos con nuestra condición mortal a cuestas. Unos lo navegan y otros se establecen en las orillas del rio porque el agua es, justamente, la fuente de la vida. El agua pasa y nosotros con ella, pero el agua carece de conciencia, de sentimientos grandes y pequeños, de intención y de final: ésa es su inhumana perfección, su perfecta indiferencia. Y nosotros somos criaturas del azar...

...A la vida le importa bien poco la inocencia, pero resulta atroz comprender que el azar, con la quietud muda y distante de la vida, es quien se ceba en la inocencia como depredador con una víctima, del mismo modo que vemos suceder a menudo esos documentos visuales de la vida animal que muestran a la leona adulta devorando a la cría del antílope. Apenas nacida, las criatura inocente comienza a percibir el miedo y la pérdida junto con el amor y la dulzura, pero los ingredientes se mezclan mal en el desamparo.   Y hay que aprender a elegir y sobre todo, aprender a defenderse muy pronto...

Ext. del libro La noche en casa

sábado, 3 de marzo de 2012

Umbral


Y los días se echaron a caminar.
Y ellos, los días, nos hicieron.
Y así fuimos nacidos nosotros,
los hijos de los días,
los averiguadores,
los buscadores de la vida. 

(El Génesis, según los mayas)

Solo déjate encontrar


La experiencia directa es tan simple que resulta fácil pasarla por alto. A lo largo de cualquier vida hay muchas oportunidades de afrontar el miedo. En muchas ocasiones lo reprimimos, lo dramatizamos o nos sentimos perseguidos por él. Cualquier actividad que alimente la creencia de que el miedo es una entidad real, de que te tragará, te destruirá, te volverá loco o te aniquilará, sólo es una historia en torno al miedo.

Si detienes toda huida mental de o hacia algo, si permaneces absolutamente aquietado, entonces la experiencia directa es. En la experiencia directa descubres el vacío de todo fenómeno. Este vacío es conciencia plena, impersonal, y es dicha. La actividad mental es "pensar", lo que Papaji llama "masticar los huesos de la tumba". Deja de masticar esos viejos huesos, de buscar en ellos alguna sustancia. Déjalos a un lado.

El miedo puede volver a surgir. Si lo hace, la oportunidad es aún mayor. Puede parecer que hay capas y capas de emoción negativa. Experimentar directamente estas capas revela ilusiones mentales que venimos arrastrando desde el principio de los tiempos. La ilusión descubierta como ilusión revela el verdadero ser.

En el instante de detenerse y experimentar el vacío de todos los fenómenos tal como es, descubres que el núcleo de todas las cosas es la verdad eterna de tu ser.

Ésta es la mejor de las noticias. Tú estás por todas partes, en todo, esperando ser encontrado, llamando para ser encontrado. Déjate encontrar.

Gangaji