Tienes que sufrir para estar guapa.
Tienes que sufrir depilándote, arrancándote los pelos con pegotes calientes -o fríos- calcinándolos con rayos láser cuyas consecuencias a futuro nadie conoce, o pasándote cuchillas por el cuerpo. Y si no, tienes que sufrir porque tu pareja, tu médico, tu familia, la gente desconocida en la playa, te mire con reprobación las piernas, las axilas, el bigote, el entrecejo.
Para estar delgada. Tienes que sufrir en el gimnasio, o haciendo dieta, o las dos cosas, porque si no, tendrás que sufrir porque te llamen gorda, por la reprobación de quienes te miren, y por la ignorancia dolorosa de quienes no lo hagan.
Para ser madre. Tienes que sufrir, pariendo sin anestesia y dándole pecho a tu criatura por encima de tu voluntad y del sufrimiento de tus pezones. Y si no, tienes que sufrir porque eres una mala madre, que ha elegido no sentir cómo viene al mundo su criatura, y no alimentarla con el fruto de sus entrañas. Y tienes que sufrir mucho más si no quieres -o no puedes- tener criaturas, porque tendrás que dar explicaciones hasta el fin de tus días fértiles y más allá, y te sentirás -muchas veces- incumpliendo un mandato que se impone sobre ti.
Para trabajar. Tienes que sufrir para que tus compañeros y superiores no cuestionen tu trabajo, esforzándote más, demostrando más, porque si no, ganarás menos, tendrás que aguantar chistes y comportamientos sexistas, cuando no acoso... Y tienes que sufrir para compaginar tu trabajo con tu vida personal, que -con un poco de suerte- consistirá en algo más que correr de un sitio a otro para cuidar y cuidar, sin cuidarte.
Para ser atractiva. Tienes que sufrir poniéndote tacones que te impiden andar con tranquilidad, ponerte ropas que te levanten el trasero, te aumenten las tetas, te aplasten la panza, levantarte antes para lavarte y arreglarte el pelo y pintarte la cara. Y si no, tendrás que sufrir porque no te miren, o porque te digan que te arregles, como si estuvieras estropeada...
Tienes que sufrir por amor. A tu pareja, a tu familia, a tu entorno... Sufrir y aguantar y esperar y postergar y sacrificar y todas esas cosas que a las mujeres “no nos cuestan nada”, para seguir plegada a las necesidades, expectativas y deseos de los demás. Es lo que esperan de tí.
Para estar delgada. Tienes que sufrir en el gimnasio, o haciendo dieta, o las dos cosas, porque si no, tendrás que sufrir porque te llamen gorda, por la reprobación de quienes te miren, y por la ignorancia dolorosa de quienes no lo hagan.
Para ser madre. Tienes que sufrir, pariendo sin anestesia y dándole pecho a tu criatura por encima de tu voluntad y del sufrimiento de tus pezones. Y si no, tienes que sufrir porque eres una mala madre, que ha elegido no sentir cómo viene al mundo su criatura, y no alimentarla con el fruto de sus entrañas. Y tienes que sufrir mucho más si no quieres -o no puedes- tener criaturas, porque tendrás que dar explicaciones hasta el fin de tus días fértiles y más allá, y te sentirás -muchas veces- incumpliendo un mandato que se impone sobre ti.
Para trabajar. Tienes que sufrir para que tus compañeros y superiores no cuestionen tu trabajo, esforzándote más, demostrando más, porque si no, ganarás menos, tendrás que aguantar chistes y comportamientos sexistas, cuando no acoso... Y tienes que sufrir para compaginar tu trabajo con tu vida personal, que -con un poco de suerte- consistirá en algo más que correr de un sitio a otro para cuidar y cuidar, sin cuidarte.
Para ser atractiva. Tienes que sufrir poniéndote tacones que te impiden andar con tranquilidad, ponerte ropas que te levanten el trasero, te aumenten las tetas, te aplasten la panza, levantarte antes para lavarte y arreglarte el pelo y pintarte la cara. Y si no, tendrás que sufrir porque no te miren, o porque te digan que te arregles, como si estuvieras estropeada...
Tienes que sufrir por amor. A tu pareja, a tu familia, a tu entorno... Sufrir y aguantar y esperar y postergar y sacrificar y todas esas cosas que a las mujeres “no nos cuestan nada”, para seguir plegada a las necesidades, expectativas y deseos de los demás. Es lo que esperan de tí.
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